Islandia es un pequeño país nórdico de 300.000 habitantes. En 2008, antes del inicio de la crisis financiera, ocupaban el undécimo lugar mundial en PIB per capita y, lo más importante, era el primero en el Índice de Desarrollo Humano. Islandia era el país donde mejor se vivía y sus ciudadanos eran los más felices. Pero, al idílico país también le afectó la fiebre liberalizadora que azotaba todo el mundo financiero, fue el primer país en caer y también será el primer país en salir, y no precisamente siguiendo las directrices del FMI, Banco Mundial y demás organizaciones financieras internacionales.
Según las previsiones de la Comisión Europea, Islandia cerrará 2011 con un crecimiento del 2,1% del PIB y en 2012 el crecimiento será de 1,5%. La tendencia al crecimiento aumentara en 2013, cuando está previsto que alcance el 2,7% del PIB. Estas cifras contrastan con las cifras del resto de países occidentales, los cuales han visto como en el segundo semestre de 2011 se frenaba su crecimiento, y se espera que en 2012 la ralentización de la economía sea todavía mayor.
¿Pero que ha hecho Islandia para conseguir estos resultados? La respuesta es sencilla y a la vez atrevida: enfrentarse a los mercados. En un mundo en el que los todopoderosos mercados parecen dictar sentencia, Islandia se ha revelado contra esa sentencia.
En primer lugar, los ciudadanos islandeses se han negado a pagar la deuda de los bancos. Islandia es la democracia más antigua del mundo (data del año 930) y en ella todo se decide por referéndum. Los islandeses, en dos referéndums (mayo de 2010 y abril 2011), se negaron a pagar sus deudas. Deudas que ellos no habían generado sino sus bancos. Sus acreedores, principalmente bancos británicos y holandeses, les exigían condiciones abusivas a las cuales los ciudadanos islandeses se negaron.
En segundo lugar han decidido tomarse un poco más de tiempo para realizar su ajuste presupuestario, a diferencia del resto de países europeos, basta con ver como Irlanda pretende reducir el déficit del 32% al 9% en 2011, algo totalmente de locos.
Pero sin ninguna duda lo más importante ha sido el papel que han jugado los ciudadanos islandeses en la salida de la crisis. Como hemos dicho se negaron a pagar las deudas a sus acreedores, pero no hicieron solo eso. Salieron a la calle, se manifestaron diariamente frente al Parlamento en Reikiavik y consiguieron acabar con el gobierno que les había llevado hasta allí, el gobierno que había convertido el mejor país para vivir en un país completamente endeudado. Llevó a los banqueros responsables de la crisis financiera a los tribunales, se les juzgó y se les condenó, mientras que otros abandonaban el país. Empezó a redactar una nueva Constitución hecha por los islandeses y para los islandeses.
En este punto está Islandia, tras una revolución pacífica que ha llevado a la cárcel a los causantes de la crisis. Quizás Islandia un pequeño país nórdico sea el que deba indicar a las grandes potencias cual es el camino para salir de la crisis.
Pedro José Martínez Gabaldón
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