Néstor Orellana sabía lo que se hacía. Se rumoreaba que se codeaba con principes y princesas. Por su cama habían pasado cantantes, actrices, periodistas e incluso alguna que otra política de la capital. Hijo de Fabian Orellana, uno de los navieros más importantes del país, nunca le había faltado de nada. Criado en uno de los internados más exclusivos de Suiza, hablaba 3 idiomas y veraneaba en Palma.
Aquella noche junto a él habían otras cuatro personas. Jose Luis de Aristegui, heredero de uno de los grupos de comunicación más importantes del país, amigo de infancia de Orellana y compañero de fatiga en las noches de Palma. Saul Gabá, hijo de Jaume Gabá, sucesor de la mayor empresa vinícola de la rioja. Carla Martinez, la que decían que era nueva novia de Orellana. Por último un joven matemático, recién salido de la facultad, que había llegado a aquella mesa sin saber muy bien como.
Habían cuatro jugadores en la mesa: Orellana, de Aristegui, Gabá y el joven matemático. La chica daba vueltas intentando despistar a los adversarios de su novio. Aristegui y Gabá lo hicieron, el joven matemático no.
Tres cartas sobre la mesa: diez de corazones, as de corazones y tres de treboles. Orellana sabía lo que llevaba, una Jhon Kennedy (J,K) de corazones y con esas cartas encima de la mesa, la noche le sonreía.
Las ciegas de 500 y 1000 euros, Aristegui y Gabá subían como si llevaran algo, Orellana sabía que no lo llevaban, se estaban distrayendo. Le preocupaba el joven matemático que ni se inmutaba, mirada fija en la mesa.
Siguiente carta, Q de corazones. No podía ser, escalera de color máxima (10,J,Q,K, AS de corazones)la mejor jugada del Texa's Holdem con una probabilidad de ligarla 1 entre 649.770, y la tenía él. Tenía que aprovechar aquello.
Por aquel entonces Gabá y Aristegui ya se habían retirado despues de perder un buen puñado de euros y fichas, pero aquello les daba bastante igual. Lo preocupante era lo del joven matemático, mirada en las fichas, en las cartas y pasando de la chica que había a su alrededor.
Ultima carta sobre la mesa, un as de tréboles. El joven movió una milesima la cara. Orellana estaba seguro que llevaba algo, pero no sabía lo que era. Medio minuto de silencio y finalmente el joven decidió hacer un All-in. Todas las fichas, algo más de 10000 euros, algo que para Orellana era calderilla, pero para aquel joven suponía todo lo que había traido hasta la capital para abrirse paso.
Orellana lo miró sorprendido:
-¿Estas seguro de lo que estas haciendo?
-No, pero con las cartas que tengo solo me puedes superar con una escalera de color al as y teniendo en cuenta la probabilidad de que ocurra eso, es un riesgo que quiero correr.
Orellana lo miró, vió los ases y lo supo, aquel joven llevaba un poker de ases, con aquella mano se ganaba siempre, pero en este caso no era así. Lo miró de nuevo, en los ojos se veía confianza, una rara virtud en alguien que estaba a punto de perderlo todo. Se fijó de nuevo en las fichas sobre la mesa, algo más de 20000 euros, calderilla para Orellana, todo un futuro para el matemático.
-Tienes razón, con un poker de ases es imposible que te gane...No voy.
Al final de la noche, el joven matemático se acercó a Orellana.
-Gracias por no haberme levantado el poker con la escalera máxima, ha sido todo un detalle.
Orellana le miró y sonrió.
-Alguna vez tenía que perder, no siempre se gana.
ale a cuidarse!!!
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